¡TÚ DICES QUE SÍ!
¿Que has oído hablar de mí?
¿Que te dicen que tengo el alma en un suspiro?
¿Que soy mujer de amor en solitario
y que soy, tal vez, una densa alimaña...?
¡Ay querido, pues te voy a decir que todo es cierto!
¡Amo eternamente y sin sentido!
Busco siempre en el mirar el amor correspondido
y me ato a la piel el fuego del deseo, por aquello de lo indigno.
¡Pero sabes!, aunque mi piel se empeña en poner nombre a mi labia
y que en mí vive eternamente el amor por desmedido,
eso me sirve a veces para sonreír conscientemente
y para volver mis dientes y mis alas, dulce miel de tamarindo.
¡Por eso te digo!
Si te dicen que soy majoca, ¡pues diles que sí!,
que te pierdes entre tu deseo y el mío, ¡pues diles que sí!,
que soy hembra de carne, hueso y mala ensoñación, ¡tú diles que sí!
Diles, querido mío, que a pesar de amar eternamente
llevo en la sangre el deseo ígneo de la mujer embravecida;
que me gusta sentir el fuego palpitante abiertamente
y verter el deseo en un hombre de piel y hueso envilecido.
Y si al final te dices a ti mismo que soy
¡criatura de ilusión ilógica...!
te recuerdo mi querido amante que, aunque yo te sepa a armiño,
jamás podrás negarte, que soy hembra de tus carnes,
¡que soy mujer y soy tu amante...!
Si no, dime tú, ¿quién puede llamarme así?
que no sea el hombre que me lleva a conciencia en su sangre;
y sabe que soy la hiel que pulula en su interior
y hierve en el mirar impío de su propia contención.
¡No querido, si te dicen quién soy, no se los niegues!
yo soy esa,, ¡la hembra...!,
¡la mujer de ilusiones poco lógicas!
y si al final todavía no logras convencerles,
¡pregúntales simplemente!
Si no es así ¿cómo se sabe el deseo y la mujer?
palpando su salvia ilógica, su rezo irreverente,
sabiéndolo fuego fatuo, dulce, salvedad y diente.
¿Pregúntales, querido!, y si te causan algún inconveniente
entonces, déjales que sueñen y sueña con ello, ya tú mismo
y piensa que tienes en tus brazos a aquella niña de ilusión ilógica,
¡aquella que es hembra-mujer! o que es simplemente ¡tu amante!
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